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Un Ciclo Más

Perdonadme por la ausencia pero como ya sabéis el jueves pasado me dieron el segundo ciclo, el cual ha resultado ser muy similar al primero. Los efectos aparecieron al día siguiente. La premedicación ha vuelto a funcionar, nada de vótimos,naúseas, diarrea ... pero de lo que no me he librado es de la apatía y el cansancio anunciados por la psicóloga y ya previamente experimentados. El malestar general, la sensibilidad a los olores, la inflamación de las encías y el sabor permanente a "óxido" en la boca es desagradable pero desaparecerá en unos días. Lo peor es esta tristeza que me invade y arrastra sin que pueda oponer resistencia. Si me quedo en casa me paso el día dando cabezadas. Si salgo camino cabizbaja arrastrando los pies como si todo el cuerpo me pesara. Entonces no puedo evitar mirar con envidia sana a la gente que pasa a mi lado. Gente que vuelve a casa después de disfrutar de una tarde soleada de domingo para enfrascarse en los preparativos cotidianos de una semana más. Y probablemente esa gente se quejará como me he quejado yo siempre, porque no son conscientes de lo que tienen, una vida normal, monótona llena de detalles que parecen insignificantes y que damos por hecho pero que se añoran cuando de repente te das cuenta de que puedes dejar de formar parte de ellos.

Pero hoy ya he empezado a remontar y empiezo el ascenso, sin olvidar que el próximo 12 de marzo volveré a caer en picado. Me pregunto como lo estará pasando Isabel. La conocí el pasado jueves. La vi por primera vez cuando me iba a hacer el análisis de sangre urgente de rigor que precede a todos los ciclos. Ella llegó después y coincidiríamos varias veces a lo largo de la tarde sin poder evitar apartar la mirada una de la otra cada vez que el destino nos reunía. Lleva una peluca, tiene un brillo muy artificial. ¿Será mayor que yo? Yo creo que sí. Mira si es descarada. No me quita ojo. Seguro que estará pensando lo mismo que yo. ¿Y el marido? Qué pena, como mi pobre Chiqui aguantando el chaparrón. Y allí acabamos las dos, en la sala de espera de la consulta de nuestro oncólogo. A ella le tocó primero, después yo me senté a su lado y dejamos las conjeturas para pasar a la acción. Era su cuarto ciclo y no sabía cuantos recibiría. Aún no se lo habían quitado. La quimio estaba reduciendo el tamaño para evitar que la cirujía se llevara el pecho. Intenté animarla contándole lo bien que me había ido la operación, que el postoperatorio no había sido doloroso, que mi brazo casi estaba al cien por cien, en fin todo lo que se me ocurría para no le tuviera miedo. Y hablamos de nuestro "gran cambio" a manos del supermegafashion Enrique, de tratamientos para la piel, de la dieta, de nuestros hijos y como estaban reaccionando a los efectos colaterales de la quimio y llegado este punto a ella se le escaparon algunas lágrimas. Y luego nos reimos cuando me contó que tardó dos días en mirarse al espejo tras raparse la cabellera, para lo cual se tenía que colocar la peluca de espaldas a éste. Y así el tiempo pasó rápido, nos intercambiamos los móbiles, nos dimos un beso de despedida y nos deseamos suerte.

Experiencias como estas y otras ya vividas, me hacen sentir agradecida a mi destino, el cual a pesar de haberme traído por este camino oscuro, lo ha hecho a tiempo para que otros me salven. No sé que habría pasado si me hubiera esperado unos meses, si los médicos no hubieran sido tan eficientes, si hubiera nacido en otra época, en otro país. Pero sí sé que no soy ni seré la de antes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Otra vez me has hecho llorar, pero no te preocupes, no es tristeza, es mas bien una emoción contenida, es esperar a volver a verte resurgir, es descubrir de nuevo la fuerza, como el que se desespereza por la mañana para enfrentarse a un largo día y volver a caer rendido por la noche.
Bueno, tachamos otro más y nos vamos acercando al principio del final ¿o al final del principio?, ya no lo se. Tienes razón, no pareces la de antes, pero ¿sabes una cosa? me gusta esta nueva Marisol que habla, siente y crece con tanta intensidad.
Un besazo.

Anónimo dijo...

¡Hola Marisol!
Mucho ánimo a ti y a los tuyos.
Un abrazo muy fuerte,
Mª José (francés, Brunete)

Anónimo dijo...

Hola,yo también me emociono. No quiero ni pensar la de veces que lloras tu, en soledad, mientras todos estamos haciendo nuestra vida, en nuestro trabajo. Muchas mañanas me acuerdo de tí y me gustaría llamarte por teléfono para hablar un ratito, sobre todo en estos días que describes con tanta tristeza, pero al final ya sabes, tanto lío que se me pasa y luego ya me parece tarde, y así.
Bueno ya me dijiste que lo habías superado bien. Besos, hablamos.

Anónimo dijo...

Hola guapa, como cada lunes, por aquí ando poniéndote unas cuantas letras de ánimo. Me acuerdo de tí todos los días, aunque no te lo creas, pero como dice Elena, con el lío del día a día, cuando llegas a sentarte para coger el teléfono piensas que ya no son horas de llamar. En fin, sólo quería darte ánimos, ya has pasado otro ciclo, y claro te queda uno menos para terminar, hay que verlo siempre desde el lado positivo. Un besazo muy fuerte y espero que esas fuerzas que a veces no tienes, entre todos te ayudemos un poquito a recuperarla.
Bsotes
Juani

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