Gracias por ser tan obedientes y respetar mi petición de silencio. Os lo habéis tomado tan en serio que algunos de vuestros saludos los percibo tensos, como si estuvieráis pensando "a ver, ¿qué coño le digo yo a esta pobre? ¿qué tal estás? no mejor no, que eso no se puede" Y entonces lo dejamos en un "¡Hola, qué tal! ¡Jo qué calor hace hoy! Otros no os atrevéis a llamarme ni siquiera cuando os lo pido por que a través de sms no te llegas nunca a aclarar. Ahora me doy cuenta de que mi entrada destilaba demasiada amargura, pero os aseguro que no me siento así siempre. Tengo altibajos y todavía quedan resquicios de humor que me ayudan a seguir adelante. Prueba de ello, y para compensaros por los sustos que os estoy dando, aquí tenéis mi particular análisis de la prueba que me toca pasar el lunes.
La técnica que me van a realizar se llama "marcaje con arpón" que consiste en la introducción en el espesor de la mama de un hilo metálico que termina en un arponcillo (issssssssssssh) y que se introduce con guía de mamografía o ecografía hasta la lesión que se pretende extipar para que el cirujano pueda localizar con seguridad el área a biopsiar. Al tratarse de lesiones muy pequeñas y apenas perceptibles por palpación externa, la técnica garantiza mayor seguridad.
Esto da grima, pero lo peor llega cuando sigues leyendo el documento de consentimiento que aún no he firmado pero lo haré y que a continuación transcribo fielmente (incorrecciones incluídas):
"Hay descritas para esta técnica múltiples complicaciones, Nosotros después de unos pocos miles de pruebas hemos visto muy pocas (¡uff, qué alivio!). El dolor persistente puede producir hipotensión y sus efectos secundarios incluyen mareo (¡esto me suena! ) y si el cuadro es muy acentuado, excepcionalmente perdida de conocimiento" (¡qué casualidad! fue lo mismo que me ocurrió cuando me punzaron el primero. El radiólogo que además de ser bizco era un borde antes de introducir el hilo me dijo muy serio : "cómo no me des pistas". Pero qué pistas ni qué leches ¿acaso no lo ves en las pruebas: ecografía, mamografía, resonancia. Y claro lo que mal empieza, mal acaba. Así que cuando salí medio mareada, en lugar de sentarme le dije a Chiqui ¡Vamos, vamos que estoy bien! Pero al entrar en el ascensor, ploff. Cuando desperté, estaba tumbada en un banco y un montón de gente a mi alrededor con cara de susto, especialmente el doctor, un chico muy joven y aparentemente con poca experiencia y un camillero. Me bajaron a urgencias donde tuve que soportar las caras avinagradas de las enfermeras que me hicieron un rápido chequeo después de echarle la bronca al camillero pues lo mío no era grave.
En conclusión, esta parte ya me la sé. Por supuesto, el tan bien redactado y alentador documento sigue y dice:
"Complicaciones severas no hemos visto (menos mal) pero la ley nos obliga a describirlas por si Vd. quiere conocerlas (me lo vas a contar igual). Son excepcionales (ya, ya). Hay descritas sangrados arteriales, hematomas voluminosos, migración del anclaje una vez puesto e incluso la punción pulmonar con resultado de neumotórax que requirió intubación pleural. Sabemos de casos en que el arpón fue puesto a mas de 5 cm de la lesión resultando inútil. En fin casi de todo. (sigue, sigue que lo voy a firmar igual)
Como podéis ver, a los españoles nos sobra profesionalidad y tacto. Espero que el doctor que me lo haga, del que tengo buenas referencias sea mejor poniendo arpones que redactando, en caso de que él sea el autor.
En fin, ya os contaré el resultado de mi siguiente aventura protagonizada por anclajes y arpones. Curiosamente, ante la situación de ser "arponeada" no he podido evitar pensar en la famosa ballena blanca, el temible cacholote que el capitán Ahab persiguió obsesivamente y que le llevó a la autodestrucción. Tras perder una pierna y cegado por el deseo de venganza, hizo forjar un arpón especial con el que no lograría finalmente aniquilar a su enemigo, pero que le convertiría en el único sobreviviente, pues todos los tripulantes perecieron. En mi caso, mi cicatriz, como la pierna ausente de Ismael, también alienta mi lucha contra algo nuevo, sospechoso, desconocido, que al igual que Moby Dick, causa pavor. Quizás sea inofensivo y por lo tanto su innecesaria extirpación y la consecuente cicatriz serían equiparables a la muerte de los tripulantes del Pequod. Quizás sea un clon del anterior y por lo tanto maligno, o uno nuevo ¡qué se yo!. Sólo sé que no me rindo aunque llore, necesite pastillas para dormir, me sienta abrumada por lo inesperado de la situación y angustiada por la incertidumbre de los próximos días.
¡NO ME RINDO!
Marisol
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