contadores web reloj para mi web

Mi Granito de Arena

Cuando me quedaban pocas sesiones para acabar la radioterapia, me encontré con la psiconcóloga que me ayudó no sólo a mí sino también a mi familia al comienzo del tratamiento. Estuvimos charlando y le comenté mi deseo de coloborar de alguna manera de la forma que ella creyera más conveniente. Entonces me habló del grupo IMO y de los distintos talleres que se han creado para echar una mano.

Un día antes de marcharme de vacaciones ¡ por fin! recibí su llamada. Estaban preparando la revista que se publicaría a finales de este mes y me invitó a colaborar con un testimonio. Me puse manos a la obra y este fue el resultado que decidí titular Por los pelos

Espero que os guste. A mí me hizo mucha ilusión.
--> Leer más...

PARA LOS QUE LUCHAN

Sé que tengo muchas cosas atrasadas que contaros y lo haré, sólo que no prometo cuando.

Hoy me reengancho porque me gustaría poder ayudar a alguien que, como yo tuve que hacer hace unos meses, está sufriendo los efectos de un tratamiento duro. Han sido muchos los mensajes de aliento que recibí antes y durante mi tratamiento. Agradezco todos pero siempre recordaré aquel que me transmitió alguien que ya había pasado por ello. Lo hizo por teléfono y me contagió su fuerza, su esperanza, su apego a la vida ... entonces dejé de sentir miedo y empecé a afrontar mi situación desde otra perspectiva.

¡Menuda lata! Agujas, pastillas, sueros, más pastillas, médicos (unos más, otros menos simpáticos), enfermeras (idem), análisis, fiebre, salas de urgencias, quirófanos, batas verdes, vómitos, asco, y ahora diarrea, pruebas y más pruebas. Parece que nunca se va a acabar, pero al final te acostumbras porque nos ayudan a salvarnos y porque tarde o temprano se acaba, igual que los síntomas remiten al final de cada ciclo.

Cada uno tenemos nuestras propias circunstancias, distintos tratamientos, mejores o peores pronósticos de cura, mayor o menor resistencia. Todos tenemos una familia detrás que sufre con nosotros a la que querremos y necesitaremos más que nunca. Pero todo ello no sirve de nada si no luchamos. Esto no es más que una carrera de obstáculos. Sé que te acabas de caer, pero seguro que todavía te quedan fuerzas para levantarte y seguir tu camino hacia la meta. Allí te estaré esperando, pero si la flaqueza te vuelve a coger desprevenida, conéctate y cuéntame. Yo estaré encantanda de compartirlo contigo. No te rindas.
--> Leer más...

LA RADIOTERAPIA

No me he retirado. Sigo aquí para contaros el resto de mi aventura, la etapa final y el comienzo de una nueva, la vuelta a la normalidad que tanto echo de menos pero a la vez temo debido al cansancio que aún padezco y a las revisiones futuras que tendré que pasar. Y pensaréis ¿por qué no lo has hecho antes?¿a qué viene este silencio? Las razones son varias: el miedo a lo que pudiera depararme el destino que últimamente la tiene tomada conmigo; el temor a que mi suerte se volviera en mi contra precisamente por envalentonarme ante los desafíos a los que me he ido enfrentando (¿acaso he pecado de soberbia y ahora no se qué me castiga?; la pereza y el cansancio que me provoca la radio, tratamiento que acabaré el 12 de agosto y empezó el 2 de julio.

Antes de empezar me hicieron un molde en el que me he colocado día tras día para recibir el tratamiento en la misma posición. Se trata de una sustancia blanda y caliente, similar al aislante que utilizan en la construcción, envuelta en un plástico sobre la que me tuve que tumbar boca arriba y una vez que se enfrió quedó rígida abarcando e inmovilizando todo mi tronco. Como colofón, además de posar en top-less ante un señor muy amable pero a la vez muy serio y condescendiente, la sesión terminó con unas fotitos que adornan mi historial y que refuerzan el famoso refrán "nunca digas de este agua no beberé". Después de la emocionante sesión fotográfica me hicieron un TAC seguido de la realización de unos puntitos tatuados (previo pinchacito) del tamaño de minúsculos lunares que delimitan la zona a tratar y estarán siempre conmigo.

Después de este protocolo empezamos con el tratamiento con sus cosas buenas y sus cosas malas como las siguientes. Me han tocado 30 sesiones pero cada una de ellas nunca han superado los 10 minutos en los que incluyo el tiempo que tardo en cambiarme y colocarme en mi molde. Los fines de semana he descansado y bien que me los he ganado pues en bastantes ocasiones, especialmente al comienzo del tratamiento, tuve que esperar hasta 4 horas debido a problemas técnicos. Los especialistas que me han atendido, Mercedes, Leo y Jose, me han tratado fenomenal, recibiéndome siempre con una sonrisa y tratándome durante cada sesión con tanto mimo y delicadeza que me hacían sentir como una tarrina de mantequilla a punto de derretirse.

Sin embargo las esperas en la sala cuando ha habido problemas han sido duras. A veces he tenido que luchar contra las lágrimas cuando de la cabina salía un crío, un chaval que podría ser alumno mío, algún enfermo extremedamente delgado y con dificultad para caminar, para hablar y con la piel muy enrojecida por la acumulación de la radio. Enfrentarme cada día con la cruz de la moneda no ha sido fácil y aunque muchos rostros y momentos se quedarán siempre conmigo, ya puedo decir que me encuentro al otro lado.

Pero no creais que sólo fue duro psicológicamente. Las últimas 10 sesiones me hicieron pupa. La piel de la aureola y la más próxima a la axila dejaron de recuperarse el penúltimo fin de semana y todavía me quedaba otro por pasar. La piel picaba y tiraba constantemente y se hacía más insoportable durante las noches. Tuve que dejar de usar ropa interior y en su lugar llevar ropa de algodón muy amplia o directamente no llevar nada que era lo más reconfortante. Afortunadamente las cremas que me recomendó la enfermera y mi constancia en su aplicación hicieron que en menos de dos semanas la piel se recuperara. Aún sigo hidratándola bastante y no puedo tomar el sol en un año ya que la piel está sensible y también para evitar que se hiperpigmente la zona tratada.

El 5 de octubre volveré a ver a mi oncóloga y me dirá que estoy fantástica como siempre, pues no deja de animarme. Entonces comenzaremos el siguiente paso, el de las revisiones. Ya os contaré.
--> Leer más...

Mi segunda visita al quirófano

¡Ya estamos en casa! Todo ha ido bien. Lo del arpón no resultó ser tan traumático, especialmente porque tanto el doctor, como la enfermera fueron amabilísimos. En el hospital, todos se han portado también de maravilla. El miércoles próximo tendré los resultados. Mi cirujano es optimista y me ha dicho que cree que era un fibroadenoma, pero yo a estas alturas, sólo me creo lo que diga el papel.

Sin embargo, estoy muy triste porque ayer me dieron una mala noticia. El padre de un amigo, que había comenzado hacía muy poco su lucha contra un cáncer, no ha resistido el tratamiento. No sé que decirte Jose, cómo consolarte. Lo siento muchísimo. Lucha contra el dolor con todas tus fuerzas y mira hacia atrás para quedarte sólo con lo bueno. Aquí te estamos esperando para darte un abrazo muy fuerte.

Marisol
--> Leer más...

Para los Morbosos

Gracias por ser tan obedientes y respetar mi petición de silencio. Os lo habéis tomado tan en serio que algunos de vuestros saludos los percibo tensos, como si estuvieráis pensando "a ver, ¿qué coño le digo yo a esta pobre? ¿qué tal estás? no mejor no, que eso no se puede" Y entonces lo dejamos en un "¡Hola, qué tal! ¡Jo qué calor hace hoy! Otros no os atrevéis a llamarme ni siquiera cuando os lo pido por que a través de sms no te llegas nunca a aclarar. Ahora me doy cuenta de que mi entrada destilaba demasiada amargura, pero os aseguro que no me siento así siempre. Tengo altibajos y todavía quedan resquicios de humor que me ayudan a seguir adelante. Prueba de ello, y para compensaros por los sustos que os estoy dando, aquí tenéis mi particular análisis de la prueba que me toca pasar el lunes.

La técnica que me van a realizar se llama "marcaje con arpón" que consiste en la introducción en el espesor de la mama de un hilo metálico que termina en un arponcillo (issssssssssssh) y que se introduce con guía de mamografía o ecografía hasta la lesión que se pretende extipar para que el cirujano pueda localizar con seguridad el área a biopsiar. Al tratarse de lesiones muy pequeñas y apenas perceptibles por palpación externa, la técnica garantiza mayor seguridad.

Esto da grima, pero lo peor llega cuando sigues leyendo el documento de consentimiento que aún no he firmado pero lo haré y que a continuación transcribo fielmente (incorrecciones incluídas):

"Hay descritas para esta técnica múltiples complicaciones, Nosotros después de unos pocos miles de pruebas hemos visto muy pocas (¡uff, qué alivio!). El dolor persistente puede producir hipotensión y sus efectos secundarios incluyen mareo (¡esto me suena! ) y si el cuadro es muy acentuado, excepcionalmente perdida de conocimiento" (¡qué casualidad! fue lo mismo que me ocurrió cuando me punzaron el primero. El radiólogo que además de ser bizco era un borde antes de introducir el hilo me dijo muy serio : "cómo no me des pistas". Pero qué pistas ni qué leches ¿acaso no lo ves en las pruebas: ecografía, mamografía, resonancia. Y claro lo que mal empieza, mal acaba. Así que cuando salí medio mareada, en lugar de sentarme le dije a Chiqui ¡Vamos, vamos que estoy bien! Pero al entrar en el ascensor, ploff. Cuando desperté, estaba tumbada en un banco y un montón de gente a mi alrededor con cara de susto, especialmente el doctor, un chico muy joven y aparentemente con poca experiencia y un camillero. Me bajaron a urgencias donde tuve que soportar las caras avinagradas de las enfermeras que me hicieron un rápido chequeo después de echarle la bronca al camillero pues lo mío no era grave.

En conclusión, esta parte ya me la sé. Por supuesto, el tan bien redactado y alentador documento sigue y dice:

"Complicaciones severas no hemos visto (menos mal) pero la ley nos obliga a describirlas por si Vd. quiere conocerlas (me lo vas a contar igual). Son excepcionales (ya, ya). Hay descritas sangrados arteriales, hematomas voluminosos, migración del anclaje una vez puesto e incluso la punción pulmonar con resultado de neumotórax que requirió intubación pleural. Sabemos de casos en que el arpón fue puesto a mas de 5 cm de la lesión resultando inútil. En fin casi de todo. (sigue, sigue que lo voy a firmar igual)

Como podéis ver, a los españoles nos sobra profesionalidad y tacto. Espero que el doctor que me lo haga, del que tengo buenas referencias sea mejor poniendo arpones que redactando, en caso de que él sea el autor.

En fin, ya os contaré el resultado de mi siguiente aventura protagonizada por anclajes y arpones. Curiosamente, ante la situación de ser "arponeada" no he podido evitar pensar en la famosa ballena blanca, el temible cacholote que el capitán Ahab persiguió obsesivamente y que le llevó a la autodestrucción. Tras perder una pierna y cegado por el deseo de venganza, hizo forjar un arpón especial con el que no lograría finalmente aniquilar a su enemigo, pero que le convertiría en el único sobreviviente, pues todos los tripulantes perecieron. En mi caso, mi cicatriz, como la pierna ausente de Ismael, también alienta mi lucha contra algo nuevo, sospechoso, desconocido, que al igual que Moby Dick, causa pavor. Quizás sea inofensivo y por lo tanto su innecesaria extirpación y la consecuente cicatriz serían equiparables a la muerte de los tripulantes del Pequod. Quizás sea un clon del anterior y por lo tanto maligno, o uno nuevo ¡qué se yo!. Sólo sé que no me rindo aunque llore, necesite pastillas para dormir, me sienta abrumada por lo inesperado de la situación y angustiada por la incertidumbre de los próximos días.

¡NO ME RINDO!

Marisol
--> Leer más...

EL FINAL QUE NO LLEGA

Hace apenas quince días los síntomas de mi último ciclo desaparecieron y empezamos a planear la radio.

Un montón de cosas bonitas pasaron en este intervalo: mi estreno en una función de títeres en la guardería de Martín y sus compañeros cuyas caras de entusiasmo a cambio de tan poco (hacer el gilipollas) nunca olvidaré; la comunión de María que pasamos en tan buena compañía con mi familia, con mis amigos; la fiesta de graduación de mis chicos y chicas de 2º de Bachillerato con juerga incluída después de una tarde de nervios y emociones por el reencuentro. Seguramente si tuviera ánimo para rebuscar en mi pasado más reciente, encontraría más cosas que agradecer pero no lo tengo.

El martes próximo vuelvo a entrar al quirófano porque han visto un nodulito sospechoso en la mama operada. Muchos me dicen que no será nada pero que ante la duda hay que quitarlo. Y yo preferiría poder volverme sorda y ciega hasta entonces porque las fuerzas me fallan. Porque estoy harta de falsas expectativas, porque no soporto tener a los demás sufriendo pendiente de mi desgracia. Vamos a dejar que el futuro venga y con él los resultados y mientras tanto no hablemos más de ello, dejémoslo a un lado. Dadme vuestro silencio.

Os quiero,

Marisol
--> Leer más...

Por fin llegó la primavera

El viernes 8 de mayo decidí visitar a mi recién descubierto peluquero de Cabello R, para darle un aire renovado y más pomposo a mi peluca. Utilicé transporte público. Podría haber ido en mi coche, pero me apetecía disfrutar del paisaje y del ambiente a mi alrededor.

Éstas fueron las cosas que obsevé, que me pasaron y que curiosamente, pues no tienen nada de especial, me hicieron sentir feliz.

Cuando iba en mi primer trayecto en el metro, una señora se quedó mirando mis zapatos, unas sandalias seminuevas muy primaverales de tela vaquera, estampado de flores y tacón de cuña. Yo pensé ¡qué descarada! como lo hice con Isabel, la chica que conocí en mi segundo ciclo que no le quitaba ojo a mi peluca. Entonces nos miramos y me dijo ¡Qué zapatos más bonitos y más originales! Sonreí y empezamos a charlar. Por supuesto no le dije que me estaban matando pues desde el primer día me oprimen los juanetes y apenas me los pongo.

Después ayudé a una jovencísima mamá marroquí con el carrito de su bebé a bajar una interminable fila de escaleras para encontrarme a continuación, una vez dentro del vagón, con un grupo de chicos y chicas, que parecían formar parte de un equipo de rugby a juzgar por su estatura y musculosos cuerpos. Se lo estaban pasando pipa soltando una gracia tras otra y contagiando con sus carcajadas a todos los viajeros del vagón, cuyas reacciones variaban. Unos sonreían disimuladamente,como si no la cosa no fuera con ellos; otros, como yo, no nos cortamos y procuramos no perder detalle para disfrutar del momento. Un poco brutos sí que eran.

Y llegué a mi destino. Enrique, como si me conociera de toda la vida, me saludó y me dijo que tenía que esperar. "No importa, no tengo prisa (si en realidad estoy aquí para cotillear)"
Saqué mi libro y fingí que leía. ¡Cómo iba a hacerlo! Estaba rodeada de marujas como en cualquier otra peluquería. Una de ellas descubrió al llegar que esos pelitos que le sobraban del flequillo y que quería por tanto que le recortaran, estaban allí porque llevaba un mes colocándose la peluca del revés y encima una de las trabajadoras al enterarse muy dulce e ingenuamente dijo ¡Ah sí! ¡qué la llevabas al revés! Pues te quedaba muy bien.

Después llegó mi turno y con él los halagos de Enrique, el cual no daba crédito cuando se enteró de que tenía dos hijas y que una de ellas haría la primera comunión en quince días. "Pero si parece que tienes veinte años. Te lo juro" Por supuesto, le dije que se había pasado, pero no hubo forma de que rectificara. Definitivamente, ha perdido credibilidad.

Finalmente, antes de volver, me di una vuelta por Madrid. La plaza de Santa Ana rebosaba de gente, los turistas en fila arrastraban sus maletas sin perder de vista su alrededor, los árboles en flor, el reflejo de la luz en los edificios, las distintas lenguas mezclándose en el aire ... Y paré en la Mallorquina para comprar unas napolitanas y una trufa de chocolate para Chiqui e intentar enmendar con ello la bronca que le eché la noche anterior por comerse una barra de pan casi él solito. Le di 50 céntimos al pobre hombre que me ayudó a abrir la puerta al salir como si con ello fuera a arreglar el mundo y emprendí mi vuelta a casa.

Ésta fue mi aventura por Madrid. Una jornada, que en principio no tenía por qué ser especial. Soy consciente de que he sido yo quien la ha dotado de algo mágico. Sólo espero que cuando el tratamiento acabe pueda olvidarme de todo lo malo pero no de esta capacidad de sentir lo cotidiano como algo simplemente maravilloso.

Ya queda menos. Besos,

Marisol
--> Leer más...

 

  © 2009 Un Paréntesis en mi Vida

diseño por Javier Martínez Basado en una plantilla de M Shodiq Mustika